Un
sistema de protección física tiene cinco (5) objetivos principales, a saber:
disuadir, detectar, retardar, evaluar, y responder.
a.
Disuadir: está condicionada al
efecto psicológico (temor) que los diferentes elementos de protección física (alumbrado,
cámaras, alarmas, entre otros.) pueden tener sobre el intruso potencial, para
que éste desista en su empeño de penetración.
b.
Detectar: advertir de la presencia
de un intruso cuando éste intenta penetrar un área protegida a través de
sensores de detección.
c. Retardar: dificultar el acceso
hasta el bien o valor protegido mediante la instalación de barreras.
d.
Evaluar: determinar si una alarma
es falsa o es real mediante un sistema de transmisión y monitoreo de alarmas
que anuncia e identifica la ubicación de la alarma específica, a través de
elementos de verificación y vigilancia (sistema de video vigilancia (SVV),
micrófonos, patrullaje, etc.).
e.
Responder: ejecutar acciones
previamente definidas a través de un elemento humano (patrullaje) que se
traslada al lugar donde se detectó la penetración.
Si
estas funciones no están debidamente integradas en el diseño del sistema de
protección física, los activos pueden estar inadecuadamente protegidos. Por ejemplo, los activos pueden estar
rodeados por el mejor equipo de detección de intrusos existentes, pero si nadie
oye ni reporta la alarma de intrusos, y especialmente si nadie responde a la
alarma, el sistema de detección de intrusos resultaría ineficaz, excepto quizás
como disuasivo psicológico.
Los
controles de protección física están generalmente diseñados para prevenir
pérdidas o daños a la instalación que puedan ser ocasionados tanto por fuentes
internas como externas a la empresa (intencionales), y a su vez por los daños
causados por el factor de error humano.
Por esta razón se debe incorporar una capacidad de verificación y
respaldo que permita a los otros controles del sistema entrar en acción
inmediata cuando uno de los controles falla.
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